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Revista Directa - Edición número 36, Sección Opiniones
Enero 31, 2022
La competitividad en las ciudades
El 2020 fue uno de los periodos más desafiantes en materia económica, sanitaria y social que ha experimentado el país en su historia reciente. Con una caída en el PIB del 6.8 %, más de 3,5 millones de personas en pobreza monetaria y más de 120 mil muertes por COVID-19, esta decada comenzó con retos extraordinarios para el país.
La pandemia agudizó tensiones y problemáticas socioeconómicas que desencadenaron un estallido social, recordándonos la necesidad de avanzar en las reformas estructurales que han sido aplazadas históricamente.
 
Paralelamente en un contexto marcado por las múltiples inequidades, resultan preocupantes las brechas territoriales en indicadores del bienestar y competitividad. Así, mientras que en ciudades como Bogotá la cobertura de internet banda ancha alcanza un 27%,  en otras como Mitú y Leticia la cifra es de 1,4% en promedio.
 
En consecuencia, el Consejo Privado de Competitividad y la Universidad del Rosario, hemos insistido en la necesidad de adoptar la competitividad como un asunto integral y prioritario que permita a los territorios no solo mejorar sus condiciones de bienestar, sino estar mejor preparados ante eventuales choques como el que estamos atravesando.
 
Para que esto sea una realidad, un primer paso está en la adopción de enfoques de política pública basados en evidencia: información rigurosa y de calidad que permita el seguimiento a la gestión y la identificación de logros y desaciertos.
 
La última edición del Índice de Competitividad de Ciudades (ICC) 2021 señala que, frente a 2020, 15 de las 32 ciudades evaluadas disminuyeron su puntaje. Por primera vez el ICC registra casi el 50% de ciudades capitales con una reducción en su nivel de competitividad. El aporte de esta herramienta nos permite identificar los factores que contribuyeron  estas caídas, efectos coyunturales en algunos casos, y tendencias de más largo plazo en otros..
 
Los resultados para el área metropolitana de Bucaramanga (Bucaramanga, Floridablanca, Girón y Piedecuesta) la ubican en el quinto lugar entre las 32 capitales y áreas metropolitanas evaluadas. En términos de fortalezas, el ICC 2021 confirma la solidez de Bucaramanga AM en materia de educación: la ciudad es segunda en el pilar de educación superior y formación para el trabajo, con más de 700 graduados en educación superior por cada 100 mil habitantes, triplicando el promedio de la medición. También se destaca en indicadores relacionados con educación básica y media, al registrar el segundo lugar en el puntaje de pruebas saber 11.
 
Sus mayores desafíos se concentran en pilares claves de la competitividad que requieren de estrategias de mediano y largo plazo para ser abordados. Es el caso del pilar de infraestructura y equipamiento en el que registra su puntaje más bajo, con 4,7 sobre 10 puntos. De hecho, la ciudad presenta un bajo desempeño en indicadores como pasajeros movilizados por transporte público y bienes de interés cultural. Lo mismo sucede con el pilar de salud en el que ocupa el lugar 16, con sus mayores retos en camas de servicios especializados e inversión pública en salud.
 
Bucaramanga AM ocupa el quinto lugar en el ranking general, demostrando relativo éxito en sus políticas de desarrollo económico y social. Sin embargo, como en todas las capitales persisten los retos que, de resolverlos, le permitirían a esta área impulsar un mayor desarrollo competitivo para su sector productivo y una mejor calidad de vida para sus habitantes. Resulta crucial avanzar en el impulso de estrategias como la puesta en marcha de un sistema de transporte intermodal (que integre los modos carretero, fluvial y férreo existentes en el departamento), la extensión de los servicios de telemedicina, así como la priorización del regreso a la presencialidad educativa.
 
Si bien la implementación de estas reformas estructurales depende en gran medida del líderazgo de instancias del orden nacional, en especial desde el ejecutivo y el legislativo, para poder materializarlas es clave la participación del sector productivo y la academia local, así como la representación plural de la ciudadanía. En este sentido, las próximas elecciones son una ventana de oportunidad para impulsar la priorización de la competitividad en la agenda política y que prevalezcan estrategias que propendan por ésta en las regiones.
 

 

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